Desvaríos...

El día menos pensado lo sabrás, ojalá no sea demasiado tarde y yo aún lo recuerde.

Necesito que tus silencios sean más escasos y que tu presencia sea más frecuente.

Absolutamente nada es absoluto.

martes, 26 de agosto de 2008

Desde una estrecha timidez

Mademoiselle Satán rara orquídea del vicio.
¿Por qué me hiciste , di, de tu cuerpo regalo
la señal de tus dientes llevo como silicio
en mi carne posesa del Enemigo Malo.

¿Por qué probó mi lengua el sabor de tu sexo
y el vino que en la noche destiló tus pezones?
¿Por qué el vello que nace de tu vientre convexo
se erizó para mí con nuevas tentaciones?

¿Por qué se hundió en mis labios tu lengua venenosa
y se hallaron tus ojos con un lúbrico signo?
Y cuando haces vibrar tu desnudez lechosa
pienso en que debes ser la hembra del maligno.

Si se adueñó este ídolo de mi alma hasta la muerte
y no tengo la culpa ¡oh San Antonio casto!
Yo que era niño aún y como el roble fuerte
dejé quemar mi vida sobre tu altar nefasto.

Yo la he visto desnuda ¡Señor!, ¡si, yo la he visto!
Tembló y quedose el alma eternamente muda.
Prefiero a ese recuerdo los tres clavos de Cristo,
la cruz, antes que verla en mis noches desnuda.

Señorita Satán, tú que todo lo puedes,
tus hombros, tu cadera que reclaman incienso,
tus suaves pies, tus brazos, son otras tantas redes,
tendidas hacia el pobre corazón indefenso.

Me diste el dulce gusto de tu boca, el turbante
martirio de tus muslos ceñiste a mi cintura,
y cuando fuimos presa del espasmo extenuante,
tu enorme beso fue como una quemadura.

Eres la hembra única, lo mismo en el reposo
que en el sexual combate, ¡Santa Orquídea del vicio!
Hasta cuando torturas con tu cuerpo oloroso,
no hay placer en el mundo que iguale aquel suplicio.

Satán, mujer que tienes un rubí en cada pecho,
tus verdes ojos lúbricos son siempre una asechanza,
tu desnudez que viene las noches a mi lecho,
para mi ciego olvido, es tu mejor venganza.


Mademoiselle Satán
Jorge Carrera Andrade

viernes, 22 de agosto de 2008

Ajusticiar



Cada vez que me aproximo a esa extraña estupidez histórica reflejada en las diferentes dictaduras latinoamericanas se me revuelven las entrañas. Tantas historias, tanto abuso, tanta violencia.
Decidí incluir este segmento principalmente porque incluye un poema de Mario Benedetti titulado Hombre preso que mira a su hijo en la voz de Edel Juárez y seguido de una canción del maestro Silvio Rodríguez, interpretada por Edgar Oceransky. Las imágenes son de la película chilena Machuca que aún no la he visto y por eso no la comento.

Mi corazón está roto
de hambre de otros
de dolores de otros
de silencios de otros

con lágrimas de otros
con frío de otros
con heridas de otros

con miedos de otros...

¡Cuánto dolor carajo!

miércoles, 20 de agosto de 2008

Declaración



Este es la declaración de amor más estremecedora de la historia del cine, y ella no estaba presente.

Extraño

El día de ayer o mejor dicho la madrugada de hoy, se ha convertido en uno de los momentos más surrealistas de mi estancia en la lejana y casi abandonada tierra uruguaya.
Resulta que esta madrugada cerca de la una de la mañana, mientras dormía para iniciar la jornada laboral del día siguiente, un grupete de música, de los que se presentan en los antros fronterizos al hotel en el que vivo, empezó a cantar una canción viejísima de salsa llamada “Todo empezó” y gracias a que (según yo) llevo algo de ritmo en la sangre, decidí interrumpir mi descanso.
El sitio estaba medio lleno, había bastante gente y claro, en este país igual que en España, lo de bailar salsa no hace parte de su portafolio de virtudes.
Sin embargo, yo estaba tranquilo en una esquina disfrutando de la música con una cerveza en la mano (acá solo se vende en botellas de litro) y con el vaso en la otra, pa que no crean que iba a perder el glamour.
Empecé a bailar tímidamente solo, acompañado del vaso de cerveza que hacía las veces de dama al atraer mi atención tras cada bocado. Todo iba perfecto pasito pa acá y pasito pa allá, media vuelta y vuelta entera y saz que se me enfrentan dos niñas charrúas. Mi reacción de asombro fue tal, que ambas dieron un paso para atrás hasta que sonreí, y retomaron confianza y dieron dos pasos pa adelante.
Las dos estaban bien, la una tenía el cabello negro y la otra teñido de ese rubio raro que creo que anda de moda por acá. La morena me preguntó si podía bailar con su amiga porque lleva tiempo sin salir y que aún no toma confianza, a lo que obviamente accedí para ser consecuente con mi espíritu filantrópico.
Todo iba perfecto pues yo tenía que estar en una exposición de un ex presidente uruguayo a las 8h30 por lo que había decidido permanecer solamente hasta que el contenido de la botella citada se termine, y bueno el individuo saciaba sus ganas de bailar y la chica se le veía contenta.
De repente entre el clásico “cómo es que te llamas” y de “dónde mismo es que eres”, un par de vueltitas y tres tragos de mi vaso de cerveza, la niña me confesó que era la primera vez que salía luego de haber decidido separarse de su esposo.
Obvio, yo en mi clásica posición de psicólogo y luego de haber leído un par de libros de Coelho, le aconsejé que tome las cosas con calma, que la vida sigue y que claro tiene que pensar en ella y en su bienestar y bla bla bla.
De pronto, una nueva confesión. Me contó que hacía nada más una semana de su separación, así que eso de superar el trauma era medio extraño, de hecho pensé en que yo era algo así como el primer paso en su “bienvenida de soltera”.
El grupo que estaba con ella se había aprovisionado de un par de botellas de vodka y de una de tequila que llegaban a mí de cuando en vez.
La hora señalada había llegado, mi botella se había terminado y me disponía a salir, cuando la chica en cuestión me pidió que no me fuera, y bueno un par de canciones más no le hacían daño a nadie.
Total, tercera confesión de la noche. Resulta que la niña me suelta que su ex marido estaba presente en el antro ese. Toma papá hasta eso estabas.
Obviamente intenté disimular mi contrariedad porque si bien no está escrito en el código, son cuestiones tácitas, de hecho el asunto estaba fresquito.
Obvio indagué para saber cuál era el individuo a la vez que había iniciado un nuevo paso que exigía dos metros de distancia con aquella mujer.
Saz, muy mal de mi parte, la cuestión es que estaba con un par de amigos bebiendo junto a la puerta de salida. Su cara de malos amigos no sé si era por mí o por no se qué, el tema es que yo debía madrugar y ya eran casi las tres, además debía zafarme de un lío que no era mío, porque me porté educado, se podría decir que lo más fuera de lo normal era el pasito mágico pa coquetear pero nada más.
El tema es que luego de toda esta historia que talvez no es ni interesante pero que me acojonó un buen rato seguí bebiendo el licor que ellas proveían y gracias a que la puerta de mi hotel está a tres puertas de ese lugar llegué sano y salvo.
No sé si me siguieron, la verdad lo dudo, y no es que tuviera miedo, porque claro luego de sobrevivir a los barrios bajos del paisito de la mitad del mundo eso sería una raya más al tigre. Pero hay un dicho muy cierto “más vale que digan aquí corrió que aquí murió”.Finalmente y más allá de cualquier duda, llegué a la cita con el ex presidente.